sábado, 18 de diciembre de 2010

Eras tú.



Las olas golpeaban con fuerza contra las rocas del acantilado. De pronto, me vi sobre él. Miré hacia abajo, el estómago se me revolvió. Las olas cada vez rompían con más fuerza contra la poderosa roca, hasta formar un gran remolino cuyo interior era completamente oscuro. Mis pies comenzaron a andar solos, llevando mi cuerpo con ellos. Entonces supe qué iba a pasar, me arrastraban a aquella oscuridad. De pronto, mi cuerpo se arrojó al vacío. Intenté agarrarme a algunas rocas que me rasgaron las manos profundamente. Algo comenzó a tirar de mi hacia aquella oscuridad, fría y llena de soledad. Podía sentir el terror. La tensión que hacían para arrastrarme era mayor, y no pude resistir mucho. Cerré los ojos mientras aquél frío se enrollaba en torno a mí. Empecé a notar algo embriagador, algo rozaba mi cara y me sumía en un agradable sueño…” Poco a poco abrí los ojos. Al principio no me di cuenta de nada, pero tras unos segundos empecé a recordar todo. Entonces, me di cuenta de que algo me estaba tocando una mejilla. No moví ni un músculo, pensando que se trataría de alguna hoja del libro, pero de pronto caí en la cuenta de que lo había dejado en el suelo. Al instante, me reincorporé enérgicamente y entonces me encontré con unos ojos almendrados frente a mí...





No hay comentarios:

Publicar un comentario